Sentí pánico cuando desperté en la mañana helada. No vi reposando tu figura dorada, aterciopelada a mi lado.
No me sentí abrazado por largas enredaderas florecientes en toda estación.
No oí tu respiración sosiegante y tranquilizadora soplando en mi cuello.
Sentí tu falta...
Ahora tu sientes mi falta desde que intente completarme con cálidos y grisáceos fragmentos fundidos, pues, eras el oxigeno en mis pulmones, la sangre en mis manos, el juicio en mi mente. Eras mas que el presente convaleciente...
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